miércoles, 1 de enero de 2014

Limpia tu Cristal

Limpia tu cristal

En este mundo traidor
nada es verdad ni es mentira.
Todo es del color
del cristal con que se mira.
Y
si lo ves mal
limpia tu cristal.


En el primer día Dios creó la luz; en los siguientes el paisaje que lo llenó de plantas, astros y animales. En el sexto día Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. El hombre perfecto es el espejo de Dios.
El hombre normal es como el cristal de la ventana, que según la diferencia de luz entre el interior de la casa y el exterior, se comporta como espejo reflejando o como foco proyectando.
En el interior de la casa habita el alma, que gobierna desde el corazón. Los ojos son sus ventanas y el cristal es la mente humana.
El cristal perfecto debe ser simple, recto, y estar limpio y bien orientado. El hombre debe trabajar para conseguirlo. La sencillez y el candor de un niño pequeño lo consiguen sin esfuerzo. La sinceridad del hombre justo hace recto el cristal. La pureza le da brillo. El egoísmo curva el cristal con la injusticia: achica nuestros vicios y agiganta los ajenos.
El hombre científico abre la ventana a la luz de la luna palpando las sombras con el bastón de la razón.
El hombre religioso abre la ventana por la mañana, admira la inmensidad de la creación, contempla su belleza y todo el día está dando gracias a la Bondad del Creador.

El cristiano de verdad se orienta hacia el Sol de Cristo, que atraviesa el cristal de la mente, llegando hasta el corazón donde enciende el fuego del Amor. Como un crisol purifica sus sentimientos. Con su resplandor ilumina la mente con la luz de la Fe. El cristiano, ungido con el crisma del Espíritu Santo, es como un sol de primavera que alegra el ambiente con claridad y caridad.

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