miércoles, 1 de enero de 2014

El Padre de la Mentira

El diablo: padre de la mentira


Esta vida es un camino
para el otro que es morada sin pesar.
Mas cumple tener buen tino
para hacer esta jornada sin errar.

Jesucristo es la Luz de la Verdad que alumbra el camino que nos conduce a su Reino.
El diablo es la sombra que esconde la mentira que engaña y nos pierde en el laberinto que puede terminar en su infierno.
El Cielo es la promesa para los que perseveran en el camino recto y claro de los Diez Mandamientos, que la Palabra de Dios escribió en las tablas de piedra del Sinaí.
Al cielo no puede entrar nadie que perturbe la armonía y la paz del Reino de Dios. Como en una cadena de producción es necesario un control de calidad que asegure la bondad y fiabilidad del producto terminado. Esta labor la ejerce el diablo, que privado del alimento angelical de la visión de Dios al desobedecerle, como gitano chatarrero se alimenta de lo que consigue desviar al desguace.
Dios quiere que busquemos su Reino y comprendamos su Justicia, sin vivir agobiados por la comida, el vestido o la cama. El pecado es vender la herencia celestial por un plato de lentejas.

El demonio dice querer liberarte de la obediencia a unas normas obsoletas producto de unas estructuras jerárquicas de poder sobre las personas a las que dominan dando el sentimiento de pecado y culpabilidad.
El diablo, con la niebla de sus mentiras y halagos, oculta nuestro destino eterno para que sólo percibamos el momento cercano. Como cazador trampero es hábil decorador: tapa con paja el cepo y hace brillar el cebo como un oportuno regalo del cielo. Quien no quiere mirar a Dios cae en la trampa y se hace esclavo del demonio que le bebe su energía vital, tortura y roba el alma.
Satanás es la inteligencia suprema de la Creación que consiguió engañar al hombre perfecto: Adán, que por complacer a Eva, su mujer, desobedeció a Dios al comer de la fruta prohibida.
Pero Dios es Maestro que nos corrige y enseña. Por la misma puerta en que buscamos el placer nos viene el dolor para que retornemos a la senda marcada por el mapa de la Fe.
Adán debe trabajar con el sudor de su frente el huerto de su mente para limpiarlo de la maleza que oculta las trampas del Predador. No nos dejemos engañar. Busquemos primero la Verdad para luego ejercer la libertad.


La paz interior está garantizada a los hombres de buena voluntad que son los que elegirán el Bien, y el sufrimiento desesperado, por eterno, para los que elijan el Mal.

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