A LA DOLOROSA
Benditas sean tus lágrimas
Madre mía, Virgen hermosa,
que mis vergüenzas limpiaron
a los pies del Redentor,
tu Hijo, mi Señor,
que con el agua de su costado
mi alma nueva ha dejado.
Madre del más grande Amor,
ahuyenta de mí el rencor
que es lo que mata el alma.
Con tu perfume dame calma
para esquivar la serpiente,
y no me clave más su diente.
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