que no me gusta jurar
y que no quiero engañar,
pues si tuviera que mentir
para entrar en el cielo,
en el infierno tendría consuelo,
y de eso no me he de arrepentir.
En la cuestión de trabajar
este mundo funciona igual
sin mi fuerza laboral.
Pero si alguna vez me necesita
que me haga una visita,
que no huyo del currar.
Y ya me gusta viajar
para adquirir la experiencia
que es madre de la ciencia.
El medio año pasado
en Jerusalem he estado
viviendo en un gran edificio:
San Vicente de Paul hospicio.
Ayudando a los dementes
Dios me aclaró la mente,
pero no me pagó con dinero
pues esto es lo postrero,
sino con salud, fe y alegría
para servir al huérfano cada día.
A mi pueblo he regresado
y sigo siendo un parado.
Pero te lo cuento como amigo:
ésto de Dios es un castigo
por haberlo puesto debajo
de la cuestión del trabajo.
Ahora mi mejor ciencia
es confiar en la Providencia
que por extraños caminos
me acerca a mi destino:
a la Verdad mi inteligencia
y a la Bondad mi conciencia
que mi instinto animal
me apartará del mal
buscando la perdida inocencia.
A quien solo le interesa
lo que suena y pesa
puede creer lo que digo
sin necesitar un testigo:
500 euros mi hermana me donó
cuando el peregrino regresó,
no quería verme muerto
después de cruzar el desierto.
Acepté sin yo saber
que el maná iba a caer.
100 euros tuve aceptar,
nunca me podré negar
porque el hermano mayor
siempre protegió al menor.
Otros ingresos son para olvidar
si solo contase la cantidad,
pero yo no los olvido
a los que me han acogido
como peregrino profesional.
No pierdo la oportunidad
de agradecer de corazón
a los que me dieron con razón
esta doble alegría
de no pensar en el pan cada día
y compartirlo sin preocupación.
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