martes, 19 de enero de 2016

A la cárcel

A la cárcel, llévenme a la cárcel




Según la legislación vigente 
yo soy un delincuente, 
sin remedio, reincidente.
Lo confieso, no lo niego, 
yo en el bosque hago fuego.

Por la mañana pa desayunar, 
por las noches pa cenar, 
y mientras mis pies me caliento, 
y de eso no me arrepiento.
Que si no hago fuego al mediodía 
es para que no molesten a la policía. 

Pero con muy buenos modales 
me denunciaron los forales 
por quemar zarzas junto a la fuente 
además de pa comer caliente.

Que el hacer fuego sea una fechoría 
no tiene la culpa la policía, 
la tienen los legisladores 
tanto como sus electores.

Son jóvenes, no llenaron su memoria, 
ni aprendieron de la historia:
fuego hicieron los pastores 
al igual que los cazadores,  
fuego hizo el hombre normal, 
a diferencia del animal, 
desde siempre y en todo confín, 
pero el camping-gas le puso fin.

Ahora al que vive al natural 
lo tachan de criminal,
al homo inteligente 
le persigue el medio ambiente,  
y ya tiene condena 
quien no duerme en la colmena.

Pues métanme en el correccional 
o en un sanatorio mental, 
añoraré el paraíso 
que ocupé sin permiso 
viviendo como ermitaño 
sin causar ningún daño 
limpiando de zarzas el paisaje 
de Fuente Mina, buen paraje.

¿Pero pueden los del Gobierno 
ignorar al Padre Eterno 
y el agua garantizar?
Saben los vicios legalizar, 
pero pa quien no se arrepiente 
le espera el fuego ardiente.

Lo de Sodoma es historia 
a repetir si falla la memoria:
Fomentar al vicio actual 
es proteger el matorral 
que el fuego ha de arrasar 
si no se sabe limpiar.


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